DI ADIOS A LA INSEGURIDAD CON ESTA ORACIÓN.
Por Beth Moore.
“Y estamos seguros de que Dios nos oye cada vez que le pedimos algo que le agrada.
Y, como sabemos que él nos oye cuando le hacemos nuestras peticiones, también sabemos que nos dará lo que le pedimos”.
1 Juan 5:14-15
En ésta confianza, puedes hacer tuyas éstas palabras y leerlas en voz alta. Ora, y al hacerlo, deja que Dios tenga completo acceso a tu alma.
Querido Dios:
Vengo a ti en este momento porque necesito algunas cosas que sólo tú puedes darme. Necesito restauración, Señor.
Necesito recuperar mi dignidad. Sólo tú sabes cuánto me ha costado la inseguridad, qué problemas- incluso tormentos- me ha causado. Tú estás íntimamente familiarizado con cada una de las veces en que la inseguridad me ha perjudicado. Tú sabes cuánto he luchado para seguir en el juego, pero también sabes que, al final, he sido derrotada. Estoy harta de fingir. Estoy harta de enojarme. Desesperadamente necesito y quiero ser liberada de mi inseguridad crónica. Estoy preparada para descubrir qué significa ser verdaderamente segura. Estoy dispuesta a hacer lo que haga falta para ser libre y para permitirme que, a través de mi, hagas lo que yo o puedo hacer por mí misma. Tu eres el Creador Todopoderoso, el gran Tejedor de todas las almas humanas. Sólo tu sabes cómo estamos hechas y quienes hemos de ser. No estoy pidiéndote nada que no estés dispuesto a darme. Tú no me has defraudado. Yo me he defraudado a mí misma y he permitido que mi cultura me subestime.
Sabes cómo estoy formada. Conoces lo que me motiva. Sabes qué hace que me cierre. Sabes cómo me domina el miedo y lo cansada que estoy de rendirme ante él. Señor, en lo más recóndito de mi tengo mucho miedo de…
Libérame, Señor. Tú no me has dado un espíritu de temor, sino de poder, de amor y una mente sana. Eso es lo que dice la Biblia. Hoy reclamo como míos cada uno de esos rasgos invalorables. Tu deseo para mi es que sea libre de toda motivación enfermiza. Muéstrame cualquier área de mi vida en la que se encuentren arraigadas y dame el valor necesario para no sucumbir a ellas. Tú conoces los rincones más profundos de mi corazón y de mi mente. No necesito esconderte nada, ni actuar como si fuera más fuerte o más organizada de lo que soy. Ayúdame a venir ante ti con total transparencia y concédeme la confianza sobrenatural de que contigo estoy segura y de que me amas. No tengo que mostrar sentimientos que no poseo, ni agachar la cabeza, derrotada y avergonzada. Por tu gracia, puedo venir a ti tal como soy. Así es como me describiría ante Ti en este momento:
Pero tú, Señor, me conoces mejor que yo misma. Sabes por qué pienso lo que pienso y por qué me siento así. Tu conoces todos mis pensamientos, todas mis desilusiones. Sabes cada cosa fea o ridícula que he dicho o he hecho por inseguridad. Tú ves cada fisura que tengo en el alma, y ves más allá del punto de mi fracaso, hasta lo profundo de mi necesidad. Concédeme comprender los patrones de comportamiento que he desarrollado y dame respuestas que me sanen. Haz que no le tenga miedo a nada que pueda ver en mi, a la luz que tú das. Ayúdame a confiar que solamente derramas luz donde estás dispuesto a sanar.
Dios, tú conoces la complejidad de mi alma y sabes que, la mayor parte del tiempo, no puedo entenderme ni siquiera a mí misma. Sabes que oscilo como un péndulo vertiginoso entre el autodesprecio y la propia exaltación. A medida que comienzo esta plegaria de restauración, te pido, Señor, que me ayudes a hacerme responsable de la inseguridad que yo me generé. De la que soy culpable. De mi propio pecado. Soy muy consciente de que he provocado parte de mi propia miseria. Muchísimas veces he tratado de convertirme en una especie de dios y no ha servido de nada. Nunca servirá.
Al invitarme a este momento de confesión, tu deseo es mi libertad, no mi autocondenación; así que, con confianza, le doy la bienvenida a la libertad y rechazo la autocondenación. Con estas cosas en mente, escucha mis confesiones:
Por favor, perdóname por alabarme a mí misma. Por mi incesante pretensión de controlar, y por mis inútiles intentos de hacer tu trabajo. Perdóname por mi tonto orgullo. Perdóname por alimentar mi ego hasta el punto de que todo lo que lo roza, lo magulla. Perdóname por estar miserablemente concentrada en mi misma. Perdóname por los celos y por la codicia que alimentan mi inseguridad.
Perdóname por transformar tantas cosas en una competencia. Por obsesionarme tanto con lo que no tengo que descuido los dones que me has dado, haciéndolos mucho menos efectivos de lo que planeaste que fueran. Perdóname por considerar tan poca cosa a la persona que me hiciste. Perdóname por cometer el flagrante pecado de despreciarme y considerarme inferior a los demás. De igual manera, perdóname por cada vez que ha suspirado aliviada al pensar que podía ser superior a otros.
Perdóname por mi incredulidad. Si yo me diera cuenta de lo valiosa que soy, mi insaciable necesidad de aprobación se calmaría.
Perdóname por ser tan perfeccionista que me resisto a hacer algo bueno por miedo a que no sea espectacular. Perdóname por la excesiva autoprotección que sólo ha logrado encarcelarme. Perdóname también por…
En este momento, recibo tu perdón generoso y tu completa limpieza y, en tu nombre, rechazo toda la vergüenza que ha resultado de la inseguridad que me causé a mi misma. De ahora en adelante, Señor, y cada día del resto de mi vida, aumenta mi convicción hasta que sea instantáneamente consciente de cuándo estoy causándome inseguridad.
Ayúdame a reconocer toda forma de orgullo o incredulidad, y a rechazarlas inmediatamente.
Ahora, Señor, te pido que arranques las raíces de inseguridad que yo no planté, y que traigas la sanidad y la restauración. Tú conoces cada uno de los lugares en los cuales la inestabilidad ha tocado mi vida. Tú recuerdas detalles que mi memoria borró hace mucho tiempo, pero que todavía me ocasionan inseguridad. Tú sabes qué fue lo primero que me causó miedo y me llevó a creer que no podía confiar en nadie ni en nada, y que a creer que estoy sola aquí en este mundo inseguro. Tú conoces el origen racional de cada miedo irracional. Tú sabes que he desarrollado un sistema de creencias basado en las debilidades humanas, en lugar de basarlo en la roca de tu persona.
Tú estuviste conmigo en cada momento, aun cuando yo sentía que no había nadie que me cuidara. Te doy todo mi corazón. Toca cada lugar roto y herido con tu mano de sanidad.
Señor, dame el poder de perdonar a los que me han decepcionado, a quienes no me protegieron, o me causaron alguna herida. Ayúdame a verlos como son, personas necesitadas y destrozadas. Señor, donde todavía haya vida y oportunidad, trae sanidad a esas relaciones. Ayúdame a entender lo grave de esta coyuntura: que si no busco sanidad y plenitud, acabaré perpetuando el ciclo nocivo. Rompe el ciclo conmigo, oh Señor. Rompe el ciclo conmigo.
Señor, ven y trata mi corazón y mi alma en el lugar donde fueron afectados por una pérdida. Nadie en este mundo puede comprender como tú la pérdida de algo precioso. Conoces el dolor. Tú conoces el vacío insoportable que viene con la pérdida. Reconoces mi intento por llenar el vacío con cosas que nunca son suficientes. Tu sabes cómo me asustan mis sentimientos y de qué manera el enemigo de mi alma quiere hacerme creer que nunca estaré bien. Descubre su mentira, Señor. No lo dejes ganar. No dejes que la pérdida me gane. Sé mi triunfo, Señor. Llena mi vida de propósito y compasión. Sé mi fortaleza en la debilidad.
Concédeme el regalo de un duelo sano que no reprima el dolor ni el proceso de sanidad. Señor, por favor ayúdame a ver en qué he sufrido una pérdida importante que no he tomado en cuenta.
Si he perdido la inocencia, dame integridad.
Si he perdido una relación, concédeme una verdadera intimidad.
Si he perdido mi hogar, concédeme un inquebrantable sentido interno de pertenencia.
Si he considerado a otra persona responsable de mi pérdida, dame la capacidad de perdonar.
No te detengas hasta haber hecho un milagro en mi.
Señor, ayúdame a aprender cómo aferrarme fuertemente a ti cuando mi vida se vea sacudida por un cambio dramático. Dame poder para confiar en ti y no entrar en pánico, ni pelear por retener el control. Ayúdame a dejar de interpretar un cambio en mis circunstancias como un atentado en mi nivel de seguridad.
Tú eres mi seguridad, oh Dios, Tú eres lo único seguro.
Cuando todo se conmociona alrededor de mi, tú permaneces inalterable.
Tú sabías qué estabas haciendo cuando me formaste en el vientre de mi madre. No hay nada que no tenga un propósito. Nada se ha salido del plan. Cada don, cada desafío y cada obstáculo han sido puestos para formar el destino específico que tu predestinaste para mi antes del comienzo de los tiempos.
Señor, si he caído en la egolatría y el egocentrismo, ayúdame a reconocer mi narcisismo y a no tolerarlo más.
Sobre todas las cosas, por favor no permitas que se diga que yo me amo demasiado como para no poder amar a ninguna otra persona mas.
Ayúdame a ver dónde insisto en hacer que toda la situación gire alrededor de mi. Realmente quiero cambiar. Ayúdame a dejar de decir “Yo soy así” y recuérdame que, contigo, soy capaz de una transformación tremenda.
Libérame de mi inseguridad en mis relaciones. Ayúdame a dejar de ser herida con tanta facilidad, pero guárdame de volverme dura. Ayúdame a darme cuenta de que no tiene sentido exigir a los demás que me amen más o de mejor manera. El cariño verdadero no puede ser forzado. No puedo poner a otro ser humano a cargo de mi seguridad. Ayúdame a dejar de usar como espejo a determinada persona y a empezar a verme como solamente tú me ves.
Te doy gracias por todo lo que has hecho para traerme hasta aquí y por el plan que tienes por delante para mi.
Señor, llego al meollo de mi petición: por favor devuelve a mi alma todo lo que la inseguridad me ha robado. Cúbreme con tu mano. Revísteme de fortaleza y dignidad. Transforma lo que me impulsa.
Mitiga lo que me hace estallar.
Hazme una mujer valiente en esta cultura materialista.
Hazme una mujer que se niegue a ser rebajada y definida por los medios de comunicación.
Ayúdame a tomar decisiones conscientes en cuanto a si lo que me están vendiendo tiene valor o no. Dame el discernimiento para llaman mentira a la mentira.
Transfórmame en la clase de mujer que una jovencita podría imitar como modelo de dignidad y seguridad.
Hoy (fecha)_____ , recupero mi dignidad. Nada ni nadie puede quitármela, porque Tu eres quien me la da. Ayúdame a comprender que he perdido mi dignidad sólo porque yo renuncié a ella. Dame el poder para recuperarla y aferrarme a ella con toda mi fuerza.
Pongo en ti mi confianza.
En el nombre salvador y liberador de Jesús,
Amén.
TU ERES Oración incluída en el libro: “Hasta luego, inseguridad”
Beth Moore
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