sábado, 1 de marzo de 2014




Señor Dios, te alabamos y te glorificamos

por la hermosura de ese don que se llama diálogo.

El diálogo desata los nudos,

disipa las suspicacias, abre las puertas,

soluciona los conflictos, engrandece la persona,

es vínculo de unidad y madre de la fraternidad.

Haznos comprender que el diálogo

no es una discusión ni un debate de ideas,

sino una búsqueda de la verdad

entre dos o más personas.



Haznos comprender que mutuamente

nos necesitamos y nos complementamos

ya que yo puedo ver lo que los otros no ven

y ellos pueden ver lo que yo no veo.

Señor Jesús, cuando aparezca la tensión,

dame la humildad para no querer imponer

mi verdad atacando la verdad del hermano,

de saber callar en el momento oportuno,

de saber esperar a que el otro acabe

de expresar por completo su verdad.

Dame la sabiduría para comprender

que ningún ser humano es capaz

de captar enteramente la verdad toda,

y que no existe error o desatino

que no tenga alguna parte de verdad.

Dame la sensatez para reconocer

que yo también puedo estar equivocado

en algún aspecto de la verdad y para dejarme

enriquecer con la verdad del otro.

Dame, en fin, la generosidad para pensar

que también el otro busca honestamente

la verdad y para mirar sin prejuicios

y con benevolencia las opiniones ajenas.

Señor Jesús, danos la gracia de dialogar.

(Ignacio Larrañaga)




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